Tu cuerpo, atigrado de cicatrices invisibles,
y el mío, salpicado de satélites oscuros,
se reunieron hace tiempo
con el objetivo de ahuyentar
exilios, de hacer recuento de rarezas
y ampliar nuestra colección de nostalgias.
Por esa única fusión que nos confiere solidez,
que nos mantiene a salvo de garras o abismos
u oasis oscuros y profundos como la mentira,
desde entonces no soporto la distancia ni el adiós
ni el tiempo si no es contigo compartido.
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