Los que se esperan



Tanto que decirse y tan poca voz,
cuánto tiempo sin verse,
imposible fingir normalidad, improvisar
el curso perfectamente paralelo de dos vidas,
sostener un puente entre las miradas
coincidentes sobre la barra del bar,
qué tal todo, yo como siempre, ya ves.

Y sin embargo logran el reto impuesto
por los demás: uno aguarda un gesto
desnudo de artificios, un espumarajo
tras la sonrisa; el otro mide sus pasos
para no caer en el abismo, controla
pulso e impulsos, airbag improvisado.

Fanfarria: el protocolo ha vencido.

Vistos desde fuera resultan ridículos
pero desde dentro es mucho peor:
se sonríen, se odian, se temen,
se desean, se callan,
se mueren.

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