Días de verano



No creas que no me he dado cuenta.

Necesitas
días de verano en los ojos,
sal en los labios,
un vendaval que arruine tu peinado.

Lo estás pidiendo
a gritos,
a besos,
a silencios,
lo estás reclamando
con tu cuerpecillo de ave frágil
que anida en la oquedad de mis clavículas
o en los rincones cálidos de la casa.

Se te adivina
un barco enredado en la mirada
y un alma de vela izada contra el viento
y a mí,
las ganas de tomarte de la mano,
de ser tu cómplice en la huida.

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